Retrospectiva 2011/2012 – Primera parte

El 30 de diciembre de 2011 participé en mi primera carrera popular. Fue la San Silvestre de Alicante. Por aquel entonces recuerdo que principalmente corría en la cinta del gimnasio, entre 6 y 7 km (cómo pasa el tiempo). Aunque ya era entonces el objetivo, la media maratón todavía estaba muy lejos y quería probar por primera vez eso del atletismo popular.
Fueron 3 km a todo gas. Debido al frío de aquella noche acabé con la garganta tocada. También ayudó que corriera a un ritmo demasiado elevado para mi estado de forma en aquel momento.
Sin embargo, fue muy bonito correr rodeado de gente pasando por el ayuntamiento, la Rambla, Gadea, Luceros, Alfonso el Sabio… Yo amo mi ciudad. Vaya donde vaya en un futuro, siempre me sentiré alicantino. Por ello, adquirir por primera vez esa perspectiva de mi ciudad es algo que se te queda grabado.
No tomé mi tiempo y no sabría decir con certeza al ritmo al que fui, es probable que corriese a 4:30, pero eso nunca lo sabré. Tampoco fue lo importante. Después siguieron tres meses de entrenamientos, en los que la distancia máxima que llegué a correr en la pista de atletismo fueron 15 kilómetros.
El 1 de abril de 2012 será para siempre una fecha muy señalada para mí. Aquel día Denia se ganó un huequecito en mi corazón. También tengo grabado a fuego la tarde anterior a la carrera, en la que me depilé por primera vez las piernas mientras escuchaba a Sigur Rós. Por aquel entonces los estaba descubriendo, pero ya me enamoraban.

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Llegué bien temprano para recoger el dorsal. No éramos muchos, menos de 700 corredores. La carrera empezó cómoda, por la avenida que recorre la costa de Denia. A partir del kilómetro 5 empezamos a bordear la costa en dirección al Montgó. Las vistas eran preciosas, probablemente la carrera más bonita de la provincia junto a Benidorm. En el 13 giramos de vuelta en dirección hacia el centro del pueblo. Hasta el kilómetro 15 las piernas fueron muy bien. A partir de ahí era terreno desconocido para mi cuerpo, y claro, me topé de pleno con el temido muro. Sufrimiento extremo del km 16 al 20. En ese momento lo pasas muy mal, se te cruza por la cabeza la idea de pararte e incluso abandonar, pero yo tengo una premisa que he cumplido hasta ahora, y aquel día no fue una excepción: jamás andar en una carrera, por lo menos un ritmo de 8 km/h siempre.
A partir de que ves el cartel del km 20 ya tocas la meta con los dedos. Echas el resto. Pasas por el ayuntamiento, las calles principales del pueblo y encaras la meta.

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Muchos meses de sacrificio y disciplina, mucho sufrimiento, pero todo ha merecido la pena. Cruzas la meta en 1:51:14 de tiempo real, bajas tu objetivo que era el 1:55 y eres tan feliz como el que ha ganado la carrera. Cada uno tiene su meta y hay que disfrutar de tu momento sin compararte con nadie, aunque quedes en el percentil 80 ese día (paquete asqueroso jajajaja).

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Después de ese maravilloso día, tuve un mes de preparación de cara a Elche, en el que disfruté del asfalto como nunca. Hice dos viajes, uno a Irlanda y otro a Escocia. En Irlanda salí un día a correr a las 6 de la mañana. Desde Letterfrack, el pueblo en el que comienza el parque nacional de Connemara, hasta la abadía de Kylemore. Creo que eran 5 kilómetros de ida y 5 de vuelta. No me encontré ningún coche a la ida, era amo y señor del asfalto. Llegar corriendo y ver la abadía al borde del lago, completamente solo, bueno… es realmente inexplicable.
Igualmente memorable resulta la tremendísima calada que me pegué a la vuelta. Es lo que tienen esas islas norteñas de dios.
Dos semanas más tarde viajé a Escocia. Volví a levantarme a las 6 de la mañana para correr. Esta vez hice 15 kilómetros bordeando un lago hasta el castillo de Eilean Donan. Otra vez completamente solo y viendo como amanecía mientras se reflejaba el sol en el lago. Otra experiencia increíble.

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Dos semanas más tarde, el 6 de mayo de 2012, corría mi segunda media maratón en Elche. Me puse el chip en la cadera (crack) en lugar de en el tobillo, por lo que no tengo tiempo real. El tiempo en meta fue de 1:48:50. Salí bastante atrás, por lo que es probable que bajara del 1:48. Sin embargo yo siempre me asigno un 1:48:15 por prudencia, siguen siendo tres minutos menos que Denia en un mes. Una notable mejora.
La carrera en sí estuvo bien. Bastante gente, unos 2.200, y un bonito recorrido, aunque nada espectacular. Eché en falta más kilómetros por El Palmeral. Me volví a dar con el muro en el 17, aunque con menos violencia. Esta vez no había pensamientos de abandono.

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