A partir de mayo las altas temperaturas hacen bastante más complicadas las medias maratones, sobre todo con una forma física modesta. Después de Elche decidí abandonar la distancia hasta el otoño, participando únicamente en carreras de hasta 10 km hasta la media maratón de Alicante.
El fin de semana posterior a Elche participé en la primera edición de los 10 km de Sant Vicent del Raspeig. Una carrera difícil de olvidar, ya que ha sido con diferencia la mayor pájara que he sufrido sobre el asfalto.
La mezcla del cansancio de Elche, el calor y unos problemas gástricos -mala combinación en el desayuno- perjudicó severamente mi rendimiento. El primer 5.000 lo hice en unos modestos 25 minutos, mientras que en el segundo me fui hasta los 30 minutos. Más allá de los mediocres números, las sensaciones fueron terribles. Una auténtica agonía. En cualquier caso, una lección bien aprendida (bueno… no tanto, pero eso para la siguiente entrada del blog).
La siguiente semana participé en la III Subida al Castillo de Santa Bárbara. Una carrera corta y divertida de 4.600 metros, muy recomendable, sobre todo si continua siendo gratuita. Aquí las sensaciones fueron buenas, con un ritmo de carrera de 4:55.
A ver si algún día la puedo volver a disputar, ya que desde hace unos meses hago un entrenamiento semanal en el castillo para aumentar la fuerza y la capacidad anaeróbica, por lo que me conozco la subida como la palma de mi mano.
La última carrera antes del parón veraniego fue la segunda edición del Serra Grossa Trail. Con motivo de la carrera comenzaron mis primeros entrenamientos de carrera en montaña, normalmente en dicha sierra.
La carrera fue complicada a causa del calor y los tapones en ciertos pasos estrechos, pero las piernas se portaron bastante bien.
Siempre es bonito correr por lugares emblemáticos de la ciudad, y la Serra Grossa creo que ocupa un lugar destacado entre esos lugares, especialmente para los ciclistas, senderistas y corredores que suelen poblarla las tardes y fines de semana.
La primera semana de julio sufrí un esguince en el tobillo derecho (mi talón de Aquiles) que me tuvo parado durante más de dos semanas. Ocurrió mientras descendía el Puig Campana a toda pastilla con las zapatillas de trail. Levantas la mirada del suelo un segundo a casi 20 km/h y ¡pam!
Durante el verano hice sobre todo montaña: por Alicante, por los Alpes y por los Dolomitas. En mi viaje por el centro de Europa hice tres salidas sobre el asfalto. Una tarde por el valle de Aosta y dos amaneceres por el lago de Garda y por Venecia. Recorrer las calles de la capital del Veneto a las 5:45 de la mañana prácticamente solo fue increíble. Lo bueno de estar un poco loco es que ves cosas que… bueno eso, están reservadas para los locos.
A partir de finales de agosto comenzaron otra vez los entrenamientos en serio de cara a la temporada 2012/2013, volviendo a las carreras populares el 16 de septiembre en la cuarta edición del Cross Pins i Mar de la Marina. No sé qué gran pensador de nuestro tiempo contempló situar la hora de salida a las 10:30, en cualquier caso enhorabuena de mi parte por permitirnos a todos los participantes disfrutar del sol en toda su plenitud durante 8.600 metros. Gracias.
No fui nada mal de ritmo, teniendo en cuenta las condiciones y que la carrera tenía un tramo de medio km por arena, rodando a 4:40 para un tiempo de 40:16. La carrera en sí es, digamos, del montón. Un recorrido agradable a la vista pero nada espectacular.
Antes de la primera media maratón de la temporada disputé el 22 de septiembre el primer Cross de los Lagos de Rabasa. No son lagos pirenaicos, pero este sí me parece un recorrido por encima de la media en cuanto a belleza.
El primer 5.000 fui bastante cómodo pese a los tapones, pasando por el avituallamiento a los 24 minutos. La segunda mitad de carrera sufrí debido a varios sube y baja que me rompieron el ritmo, yéndome hasta los 28 minutos. En total 52:02 quedando el 101 de unos 300 participantes.
Creo que por aquel entonces no estaba en tan buena forma como en aquel momento pensaba, viéndose afectado mi rendimiento por el parón del esguince y la reducción de kilómetros durante todo el verano. También creo que me cebé un poco en el primer 5.000, ya que 24 minutos con los tapones que se formaron en los primeros tramos de la carrera eran bastante pocos para mí.
De cualquier modo, la temporada acababa de empezar.