En diez días me traslado a Friedrichshain. Ha sido una verdadera suerte poder vivir un mes en Prenzlauer Berg, el que históricamente ha sido el barrio de los artistas. Hace un par de días paseaba por mi calle, Kastanienallee, cuando al pasar frente al escaparate de una tienda me di cuenta de algo. Recordé que cuando vine hace cuatro años estuve recorriendo esta bulliciosa avenida, llena de interesantes tiendas y restaurantes. Ya entonces la zona me encantó. Difícil de imaginar que, unos años más tarde, escribiría estas líneas mientras el paso del tranvía que atraviesa la avenida hace retumbar los cristales de mi habitación. Mi edificio aparece en la primera foto. Es el de la derecha que tiene unos balcones.
Este fin de semana quería recorrer Oranienburgerstrasse y sus alrededores. He ido andando desde casa, ya que está realmente cerca. En dirección hacia el Mitte se encuentra Rosenthaler Platz, un enorme cruce en el que confluyen varias importantes avenidas.
En Koppenplatz nos encontramos con la obra La habitación abandonada. Se trata de un monumento en memoria del cerca de centenar de judíos asesinados y de los millares que fueron deportados a Sachsenhausen durante la Noche de los Cristales Rotos (1938).
Continuando hacia Oranienburgerstrasse nos encontramos con el primer cementerio judío de Berlín, que fue profanado hacia el final de la II Guerra Mundial. Contiguamente al cementerio existía un asilo de ancianos. Los nazis lo utilizaron durante la guerra para centralizar el envío de judíos berlineses a Auschwitz. Más de 55.000 personas sufrieron este triste destino.
Oranienburgerstrasse es una de las calles más importantes de Berlín, el corazón del antiguo barrio judío de la ciudad. Destacan dos edificios por encima del resto: la Nueva Sinagoga y la Kunsthaus Tacheles.
A escasos metros de Oranienburgerstrasse se obtiene una panorámica espectacular de la isla de los museos con el Fernsehturm al fondo. El paseo a orillas del río hasta Hackescher Markt es realmente bonito.
Como había quedado en Alexanderplatz para cenar, pude aprovechar para disfrutar del atardecer por la zona.
Estoy enamorado de ese bicho feo soviético de 368 metros de altitud. Hubiera querido también visitar el Nikolaiviertel, pero no he tenido tiempo. Esta semana espero ir allí y al Ku’damm.
El viernes estuve en la Berlinische Galerie, cuya exposición alberga las pinturas berlinesas más relevantes desde finales del siglo XIX hasta 1980. Su interés reside en poder contemplar como el arte refleja los cambios en la sociedad alemana a lo largo del siglo.