No estaba seguro de si algún día tiraría de uno de los típicos clichés de los emigrantes españoles, pero voy a hacerlo: Echo de menos la comida española. No puedo juzgar la gastronomía berlinesa por una sencilla razón: no existe. Pasar un fin de semana en Polonia ha sido una bocanada de aire fresco, ya que he podido disfrutar de platos típicos polacos, que consistían en algo más que carne de cerdo.
Sin embargo, la comida sigue siendo algo poco relevante para mí. Tampoco estoy echando demasiado de menos el clima. Algo más añoro el mar. Mucho más los amigos y la familia. La montaña alicantina es la otra cosa que echo realmente de menos. Correr por los innumerables parques que pueblan la capital alemana no llenan el vacío dejado por mis amados Puig Campana, Montcabrer, Serrella o Bernia.
Un par de veces he tenido la oportunidad de elegir dónde llevar a amigos que prácticamente no habían visitado las montañas alicantinas. Tuve bastante claro el lugar al que debían ir en primer lugar: Bernia. Para mí hay dos sitios en la provincia que destacan en cuanto a belleza por encima del resto: la Cava Gran de Mariola y el Forat de Bèrnia.
Completar la ruta circula alrededor de la sierra oscila entre las tres y las cuatro horas. La ubicación de Bernia es privilegiada, recorrerla por completo ofrece inmejorables panorámicas de la Marina Baixa. Comenzando desde Cases de Bèrnia yo recomiendo hacer la ruta siguiendo el sentido de las agujas del reloj.
Por otro lado, un lugar cuya visita resulta prácticamente obligatoria son les Fonts de l’Algar. También es muy recomendable acercarse al mirador situado en el Morro de Toix, la terminación de la sierra en el mismo mar Mediterráneo. Dicho mirador ofrece unas vistas espectaculares de la costa.
Aunque el Puig Campana es mi templo montañero particular, la sierra de Bernia y sus alrededores comprenden -para mí- la zona más bonita de toda la provincia.