El viernes por la noche, antes de que se gestara la catástrofe en el Bernabéu, me ofrecieron unirme a una expedición a Dresden que se iba a realizar a la mañana siguiente. Se trata de la ciudad alemana -junto a Bremen- que más ganas tenía de visitar, por lo que no me lo pensé dos veces.
El viaje ha estado lejos de ser perfecto, pero la ciudad ha cumplido mis expectativas. La idea era partir a las 7:30 de la enorme estación central de Berlín. Sin embargo, hemos tenido que coger el tren de las 8:30 debido al retraso de ciertos integrantes del grupo. Algunos hemos afrontado esa hora de espera entre ambos trenes tumbándonos frente al Reichstag.
El Schönes-Wochenende-Ticket permite viajar durante todo un día por 42 euros a 5 personas por toda la red de trenes de cercanías alemanes. Es decir, ocho euros por persona para ir y volver a Dresden. Eso sí, con los trenes más lentos de toda la red. El trayecto dura entre 3 y 4 horas, aunque nosotros hemos sufrido una auténtica odisea a la vuelta, ya que al ser puente en Alemania habían reducido la operatividad de varios trenes.
Por la mañana ha hecho más frío de lo que las previsiones decían la noche anterior. Yo no he llevado chaqueta, por lo que me he tenido que comprar una allí para no coger un resfriado. De cualquier modo, a partir de la una ha mejorado muchísimo el tiempo. En la ciudad había montado un típico mercado alemán con una gran variedad gastronómica: Salchichas blancas, rojas, amarillentas y naranjas.
La Frauenkirche es el gran símbolo de la ciudad. No se reconstruyó hasta la caída del muro. Fue arrasada, como el resto de la ciudad, en los bombardeos sobre Dresden en febrero de 1945. Una acción muy controvertida y escasamente justificable por parte de las fuerzas aliadas. No esperéis verlo en una película americana. Ni Hiroshima ni Nagasaki. Autocrítica nula.
No hemos podido entrar a la iglesia porque estaban ensayando un concierto. Una verdadera pena, porque por las fotos que he visto debe ser realmente bonita. A orillas del Elba la ciudad nos muestra su mejor cara. La construcción del puente moderno que aparece en las fotos fue la causante de que el centro histórico perdiera su estatus de patrimonio de la humanidad. Una decisión bastante exagerada, según mi opinión.
No me importa haberme pasado ocho horas en medios de transporte para visitar la ciudad. Lo realmente negativo ha sido no haber podido entrar a la Frauenkirche ni haber visitado el Palacio Real, por lo que no he podido ver las obras que se encuentran en su galería de arte.
Frauenkirche, Zwinger, Palacio de Dresden, terraza de Brühl, puente de Augusto, Hofkirche, la Ópera… Dresden posee uno de los centros históricos más elegantes de toda Europa. Me han faltado algunas horas más por la ciudad. Tendré que volver.