Tercer fin de semana consecutivo viajando. A estas alturas estoy ya un poco saturado, principalmente a causa de las excesivas horas invertidas en traslados por la geografía europea. En Berlín no son precisamente pocas las cosas que se pueden hacer, así que me apetece no volver a salir de la ciudad en unas cuantas semanas.
Estos días el desgaste se ha visto aumentado a causa del mal tiempo. No ha parado de llover durante 48 horas, literalmente. Pese a todo, sé que no me debería quejar. Soy un auténtico privilegiado por vivir en una ciudad como Berlín y por haber visitado estas semanas Varsovia, Cracovia, Auschwitz, Poznan, Dresden, Núremberg, Bamberg y Rothenburg ob der Tauber. Ahí es nada.
Este fin de semana ha sido el turno de estas tres poblaciones bávaras, ya que mi hermana volaba a Núremberg. En alrededor de cinco horas y por unos 20 euros existe un autobús que enlaza la capital con la segunda ciudad más importante de Baviera. Una bonita ciudad que rebosa historia. En ella tuvieron lugar algunos de los pasajes más oscuros de la historia alemana. Una enorme muralla envuelve el centro histórico. En uno de los accesos a éste, 30 columnas recuerdan los 30 artículos de los derechos humanos.
Señoras y señores, mi experiencia me dice que las obras no son sólo cosa de España. Estan per tot arreu, provocando en bastantes casos ciertas decepciones, ya que no resulta agradable a la vista ver las plazas y calles más relevantes de una ciudad con mamotretos de por medio. Yo por mi parte trataba de ocultarlo lo máximo posible en las fotos.
El castillo es la construcción más importante de la ciudad. Su figura se alza sobre el resto del casco histórico, atrayendo la mirada de los ojos no acostumbrados a su presencia. Ello me recuerda a mi ciudad natal y al Castillo de Santa Bárbara. Mucha gente no valora lo que tiene en su ciudad. Apuesto a que muchos de los alicantinos que se dedican a viajar por Europa, hace mucho tiempo que no visitan -o ni siquiera lo han hecho- ese bonito lugar. Yo de hecho, hasta hace cosa de un año, hacía lustros que no había contemplado desde lo alto mi ciudad. Por suerte disfruté de muchos atardeceres apoyado en sus murallas antes de partir rumbo a Alemania.
El sábado fue la final de la Champions. Fue muy curioso ver como la gran mayoría de la gente apoyaba al Borussia Dortmund. Intuyo que debe existir cierta rivalidad con Munich. Yo iba con el Bayern (soy simpatizante desde hace muchos años), por lo que la noche fue divertida.
Durante el fin de semana me recorrí tres veces el centro histórico de Núremberg, y aún así no logré conectar del todo con la ciudad. Creo que la lluvia, el frío y las obras tuvieron mucho que ver.
El siguiente fue para mí el momento cumbre del viaje. Me gusta bastante la historia, por lo que sentarse -durante un largo rato- en la sala en la que tuvo lugar el juicio más importante de la historia reciente, fue una experiencia única. En nada afecta que el mobiliario y la disposición de éste en la sala hayan variado totalmente.
En el extremo opuesto del centro de la ciudad se encuentra un lugar no mucho menos relevante históricamente, aunque sí inmensamente más infame. Se trata del recinto en el que los nazis celebraban sus congresos. Seguro que prácticamente todo el mundo ha visto alguna foto de este lugar con un montón de chusma (lo sé, es un término bastante suave) desbordando el recinto.
La última foto ya no es en Núremberg. Es en una población que está considerada de las más bonitas de toda alemania: Rothenburg ob der Tauber. No pude hacer demasiadas fotos. De ello se encargaron la lluvia y el viento, que constantemente se combinaban para obligarme a limpiar el objetivo. Al final desistí. De cualquier modo, sólo puedo recomendar la visita a la población, pese a que los pueblos no son lo mío.
Tanto Rothenburg como la ciudad que visitamos a continuación, Bamberg, se encuentran a una hora en tren de Núremberg. El centro histórico de Bamberg fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Es una ciudad realmente bonita, probablemente sea la que más me gustó de las tres. El color del agua creo que sintetiza bastante bien lo que vivimos durante el fin de semana con el tiempo.
La catedral alberga los restos del único Papa enterrado al norte de los Alpes. Lo sé, muy emocionante. Yo a duras penas logré contener las lágrimas. Las obras no podían faltar aquí tampoco. Acceso no permitido al Monasterio de Sankt Michael a causa de nuestras inseparables compañeras.
De camino al norte hicimos una parada en Saalfeld, donde se encuentra una de las mayores atracciones de toda Turingia: la cueva-mina de Feengrotten. Sólo tengo que decir que después de visitar Wieliczka y Skocjan, esta cueva resulta poco menos que una broma. Completamente olvidable. De hecho, creo que no es ni justo compararla con esos dos patrimonios de la humanidad, es otra liga.
En definitiva, tanto Núremberg como Rothenburg y Bamberg son tres lugares extremadamente recomendables si se está por la zona. Me he quedado con ganas de conocer ésta más a fondo. Aún así, antes quiero conocer mejor el norte y el este de Alemania. Este fin de semana será para Potsdam. El domingo me enfundaré mis Asics para correr por sus calles y palacios 21.097 metros.