Lo había hecho ya en Cracovia, Escocia, Irlanda, Venecia, Alpes… Me quedan muy poquitos días en Berlín. No podía irme de esta maravillosa ciudad sin enfundarme mis Asics, ponerme los cascos y lanzarme a la calle a las 6 de la mañana. Un entrenamiento de 17 kilómetros recorriendo solo el histórico centro de la ciudad. Bueno solo no, resulta reconfortante cruzarte con decenas de corredores a las 7 de la mañana.
El punto álgido de la ruta es, lógicamente, Pariser Platz. Poder estar solo frente a la Puerta de Brandenburgo, empapado en sudor, habiéndose ganado uno el obtener esa imagen, es un recuerdo imborrable.
A las 7:30 la luz era mejor en Pariser Platz, pero ya había una decena de turistas, por lo que era imposible sacar la plaza sin gente. Sí que era factible obtener un plano más corto de la puerta sin gente de por medio.
Adoro esta ciudad. Me chifla la música. Amo correr. Hoy todavía un poco más después de una experiencia como la de esta mañana.