El dicho ya lo avisa, no hay dos sin tres. Sin embargo, cuando finalizó el concierto de 2011 en Madrid, me invadió la sensación de que era realmente la última vez que le vería. Por suerte, al final no ha sido así. Hace unas tres semanas pude ver -otra vez- al único miembro de Pink Floyd que continúa en activo, esta vez en Praga. El show es prácticamente un calco de lo que pude ver hace dos años, únicamente se han mejorado las proyecciones de In The Flesh.
He visto públicos fríos en Alemania, pero lo que viví en Praga es otro nivel. Era más bien gélido. Los debieron traer en vagones directamente desde Siberia. Sin duda se trata del público más impasible con el que me he topado. En el intermedio entre las dos partes, estuve cachondeándome del tema con dos italianos que tenía al lado. Se notaba que no encajábamos allí. Ni ellos ni mis hermanos. Poder ver sus reacciones a lo largo del concierto era uno de los grandes alicientes de la noche.
El momento álgido del concierto es, para mí, Comfortably Numb: Una de mis canciones favoritas. A partir de ahí, el apabullante despliegue visual del show te deja sin palabras. No es un simple concierto, es una experiencia única e incomparable. Ojalá pueda volver a ver al señor Waters sobre un escenario. Me ha dado tres de las mejores noches que he vivido.
Edu, impresionantes las fotos del ESPECTÁCULO… Lo de la gente en los conciertos me lo contaba mi hermana de los americanos, que ven los conciertos en los asientos y pocos se levantan a bailar y saltar y disfrutar… Sigue con el blog que me gustan mucho tus historias y las fotos.
Un abrazo desde la terreta. Óscar
Gracias!!!! Un abrazo!