Esta es mi tercera semana en Frankfurt am Main. De momento llevaré bastante lío hasta noviembre, ya que el 1 de octubre me mudaré al que va a ser mi piso definitivo aquí. Esa es la razón por la cual no he podido actualizar durante las últimas tres semanas, ya que no tendré DSL hasta mediados de octubre. De momento sobreviviré con la WLAN de O2, servicio que he contratado esta semana. Tengo muchísimo trabajo atrasado con el blog: Pirineos, centro de Europa, Valle del Rin, Heidelberg…
Mis impresiones estas tres primeras semanas son muy positivas en todos los aspectos. A nivel laboral, la razón de mi mudanza, estoy muy contento. Es justo lo que estaba buscando. Voy a crecer muchísimo profesionalmente a orillas del Main. Si antes no muero congelado durante el invierno, claro.
Durante semana voy hasta arriba entre trabajo, entrenamiento para la maratón, papeleos y tareas varias relacionadas con mi asentamiento en la ciudad. Por ello, trato de sacar el máximo partido a los fines de semana. El primero estuve de viaje por el Valle del Rin, Heidelberg y corrí la media maratón de Worms. Este fin de semana será más relajado: visitar algún museo y hacer una simulación de 35 kilómetros de cara a la maratón. Bueno, tal vez relajado no sea la palabra. El fin de semana pasado tenía el ticket de dos días para el Salón del Automóvil de Frankfurt.
Este año está siendo absolutamente insuperable: Berlín, conciertazos, innumerables viajes, muchísimas carreras, Aneto, Monte Perdido, Frankfurt… pues bien, la IAA ha sido una de las mayores sorpresas del año. Sabía que me iba a gustar porque me encantan los coches. Sin embargo, no me esperaba algo tan apabullante.
En primer lugar, el recinto ferial de aquí es unas 20 veces más grande que el de Alicante. Me sentía como un auténtico pueblerino paseándome por las largas avenidas que conectan los distintos edificios, mientras establecía esa conexión en mi cabeza. La exposición de BMW era absolutamente alucinante, con un circuito que recorría la sala por encima de las cabezas de los visitantes. Eso por no hablar del i8, el coche más bonito de toda la feria.
Casi todas las marcas centraban sus exposiciones en la presentación de modelos híbridos, aunque su gran reclamo solía ser la presentación de un modelo de tintes futuristas. Las que podían, lo acompañaban exponiendo sus -exitosos- modelos de competición.
Tras BMW, la segunda exposición más destacable era la de Mercedes, alojada en el edificio en el que se encontrará la meta de la maratón de Frankfurt en 5 semanas.
Por encima de coches de F1, Le Mans y modelos nuevos, lo más emocionante para mí fue ver el Polo WRC. Ogier está a sólo un punto de proclamar campeón del mundo de rallies a mi coche. Bueno, no exactamente el mío, pero se me entiende.
El sábado no había demasiada gente en el recinto… comparado con el domingo. Optamos ese día por jugar una hora al FIFA -tenían varias consolas en la exposición de Hyundai- esperando a que el recinto se vaciase un poco.
Pasamos otro buen rato en la exposición de BMW, ya que era la que más merecía la pena repetir. Era impresionante escuchar rugir a varios M mientras recorrían el circuito.
Con un día completo se puede ver perfectamente todo. Eso sí, hay que intentar evitar a toda costa un domingo. Es muy recomendable quedarse hasta que cierran a las 19:00, ya que desde una hora antes ha desaparecido el 80% de la gente.
Pese a que se puede hacer en prácticamente todos los coches, yo sólo me subí a tres: el i3 de BMW, el 911 Carrera Turbo y el Golf GTI. VW, BMW, Porsche. Esa es la escalera que me gustaría seguir, aunque el último peldaño mejor lo dejamos para otra vida (el 911 al que me subí valía 183.000 euros).
En definitiva, una experiencia memorable que espero repetir todos los años que pase aquí. Dentro de tres semanas volveré al recinto para la mayor feria del libro del mundo.
Lo del circuito de BMW debió ser increíble… Y vaya fotos más chulas… Suerte estas semanas antes de que te establezcas de manera definitiva. Cuídate Eduardo.
Óscar