El fin de semana pasado visité -por segunda vez- la gran fiesta alemana. El sábado a primera hora llegamos a München, donde nos esperaba un tiempo horrible. Por ello, no tengo prácticamente fotos de dicho día. Pese a la incansable lluvia que nos acompañó durante toda la jornada, yo lo pasé estupendamente. Creo que las dos jarras de litro que me bebí en el Biergarten de la Hofbrauhaus tuvieron algo que ver. No es que sea precisamente un borracho, ha sido la única excepción (además prevista) a mi autoimpuesta ley seca durante mis meses de entrenamiento hacia la maratón.
Durante las primeras horas de la mañana paseamos por el centro de la ciudad. Como pensamos volver en 2014, fue una visita bastante superficial. Para la 1 ya estábamos en el recinto del Oktoberfest, donde estaríamos hasta alrededor de las 7 de la tarde. Cuando llegamos ya habían cerrado el acceso a las carpas, ya que, a causa de la lluvia, ese día la demanda para entrar fue aún mayor. Pero bueno, ¿qué mejor que sentarte a beber en unas mesas al aire libre mientras llueve sin tregua?
Al día siguiente nos despertamos en Augsburg, la población más grande de la ruta romántica alemana. Nos tuvimos que ir a 78 kilómetros de München para encontrar una habitación a precio razonable. Al menos la ciudad es interesante.
En nuestro trayecto de vuelta hacia Frankfurt, nos detuvimos en Stuttgart. Fue una parada corta para comer. No iba con demasiadas expectativas y he de decir que me gustó más de lo que me esperaba.
Otro fin de semana descubriendo Alemania. A ver si me contratan ya de una vez los de Un País en la Mochila para hacer la versión alemana.