Frankfurt, al contrario que Berlín, no es una ciudad que tenga demasiadas cosas para ver. El museo de Senckenberg era de las pocas que me quedaban por visitar. Se trata del segundo museo de ciencias naturales más grande del país, tras el de la capital (el cual no llegué a visitar). Su principal atracción son sus esqueletos de dinosaurios, de los cuales muchos son reconstrucciones de otros museos. Entre los originales se encuentran un Diplodocus y dos cabezas de Triceratops.
Del resto de la exposición destaca el esqueleto original de un Mamut o una Anaconda disecada, con la que ejemplifican cómo se alimentan estos animales.
Una forma entretenida de pasar la tarde.