San Silvestres 2013

Mi primera carrera fue la San Silvestre de Alicante de 2011. Resulta curioso recordar aquella noche y ver cómo han cambiado las cosas en dos años. En la edición de 2012 ya era medio fondista (de los malos, pero medio fondista al fin y al cabo), mientras que este año he vuelto a recorrer las calles de mi ciudad ya con una maratón en las piernas.
Esos pocos kilómetros por el centro de Alicante se convierten en un momento de reflexión sobre lo conseguido durante el año. También en un tiempo de disfrute junto a los amigos y  la familia. Corrimos juntos un grupo de 8 amigos. Es emocionante ver como haces partícipes de tu estilo de vida, de lo que amas, a los que te rodean.
La tarde del último día del año estará siempre reservada -si estoy por la zona- para la San Silvestre Crevillentina, un auténtico rompepiernas de 10 kilómetros. Este año llegaba con muy buenas sensaciones y con ganas de bajar mi registro del año anterior.

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Sin embargo, tras la maratón es la carrera en la que peor lo he pasado en mi vida. La noche anterior se me cruzaron los cables y me empaché a base de salmón ahumado. El día de la carrera mi sistema digestivo estaba hecho trizas. Durante muchos instantes de la carrera estuve realmente cerca de pararme a vomitar. Quería hacerla en 43 o 44 minutos, pero me fui hasta el 48:22, dos minutos más lento que el año pasado.
Al llegar a casa tuve que meterme los dedos para vomitar y darme un baño para zafarme de los escalofríos que recorrían mi cuerpo. Metido en el agua, pese a todo, no paraba de sonreír. El tiempo hecho, con unas sensaciones terribles en carrera, me parecía casi una hazaña. Próxima estación: Mitja Marató de Barcelona.

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