Este fin de semana he hecho un viaje relámpago a Barcelona, mi ciudad favorita de la península, para correr su media maratón, considerada una de las mejores de todo el país. La gente critica mucho el precio de la inscripción (25 €). Es cierto que es elevado comparado con el resto de medias que he corrido en España, pero, acostumbrado a los precios de estos eventos en Centroeuropa, a mí me resulta hasta barata.
El circuito y las condiciones en el día de hoy eran inmejorables para ir a por el crono. Tanto lo han sido que se ha batido el récord femenino de media maratón. Yo por mi parte no iba con demasiadas expectativas. La alimentación y las horas de sueño durante el fin de semana, así como el entrenamiento en el último mes, no han sido ideales. Sin embargo, he salido a tirar. Sabía que con las condiciones del día y del recorrido, aunque no tuviera un rendimiento excelente, batiría mi mejor marca.
Los primeros cinco kilómetros han sido un tanto desesperantes. Sigo sin entender por qué tanta gente quiere salir delante de lo que le corresponde, fuera de su cajón de tiempos. Todo ello, claro, sin pensar en los demás. Haciendo un desgaste algo mayor de lo deseado, he conseguido perder sólo 30 segundos con el ritmo del 4:30 en dichos kilómetros. A partir de ahí, ya con un tráfico aceptable, he hecho sin ninguna duda mi mejor carrera. 4:30, 4:25, 4:20… Al paso por el kilómetro 10 no sólo había recuperado los 30 segundos, si no que había ganado unos cinco al crono.
35 segundos. La gente que no corra dirá: eso no es nada. Para los corredores es un mundo. Puede ser la diferencia entre un éxito y una carrera normal.
El recorrido se basa en grandes y llanas avenidas que ayudan a mantener un ritmo estable. Ha sido realmente increíble ver como mi ritmo no decaía en ningún momento y como la realidad del 1:35 se acercaba kilómetro a kilómetro. Una carrera casi perfecta, cerrada en 1:34:43, mejorando mi anterior mejor marca en… ¡casi tres minutos!
La maratón me ha hecho crecer una barbaridad como corredor, tanto en el aspecto psicológico como en el físico. Supongo que no cabía esperar otra cosa. Es un escalón muy grande.
Bajar del 1:35 me va a dar tranquilidad. Hasta después de verano me voy a olvidar del cronómetro en media maratón, centrándome por completo en preparar de la mejor manera la maratón de Viena. La siguiente parada es la media de Frankfurt, en tres semanas. En lugar de intentar ser lo más rápido posible, como era la idea inicial, seguramente lo que haga sea correr unos 9-10 kilómetros antes de la carrera e ir a por el 1:45 en ésta. Es decir, hacer una tirada de 30 kilómetros.
No he sido del todo exacto. La siguiente parada es Estambul. La semana que viene expondré mis impresiones sobre el puente que une Asia y Europa.