La misma semana que llegué a Berlín -justo hace un año- se disputaba la media maratón de la ciudad. Yo no pude inscribirme, ya que decidí irme a la capital alemana en febrero y las plazas se suelen agotar por diciembre. Fue bastante frustante ver a la gente con las zapatillas y la medalla en Alexanderplatz, mientras yo esperaba el tren para ir al Mauerpark. Un año más tarde me he quitado la espinita de no haber disputado la media más importante del país.
Hacía siete meses que no pisaba Berlín. Allí pasé cinco, una nimiedad de tiempo. Sin embargo, ha sido sin duda -hasta el momento- el periodo más intenso y especial de mi vida. Ahora soy feliz en Frankfurt, pero aquellos días son irrepetibles.
Este fin de semana he vuelto a salir por Warschauer Strasse, a visitar la cúpula del Reichstag y el Museo de Pérgamo, a subir a la Siegessäule o a cenar por cuatro duros en Kreuzberg.
Mis últimas cuatro medias he corrido sin música. Me he dado cuenta de que se disfruta más del ambiente y de la carrera en sí. Ya hay tiempo de sobra en los entrenamientos para escuchar música.
A dos semanas de la maratón, la idea era llevar el ritmo que quiero mantener en la primera parte de la carrera. No ir al 100% ni excesivamente preocupado del crono te permite disfrutar de otras cosas. Al pasar por debajo de la puerta de Brandenburgo me fui hacia el arco situado más a la izquierda. Para ello hice unos cuantos metros más de distancia, que bien valieron la pena para pasar solo por el arco, algo complicado en una carrera de 30.000 personas.
Aunque terminar en el Olympiastadion no tiene comparación, el recorrido de la media es más bonito que el del BIG 25, ya que se recorre Unter den Linden entera, siendo tanto la salida como la llegada en Karl-Marx-Allee. Ambas carreras son espectaculares.
Hasta el kilómetro 18 mantuve el ritmo pensado inicialmente. Por mucho que te tomes una carrera como un entrenamiento, nunca lo acaba siendo del todo. Los últimos 3 kilómetros me dije: Vas para el 1:41:15, ¿a que no bajas del 1:40? La consecuencia fueron los kilómetros más rápidos que he hecho jamás en una media maratón y un 1:39:46 final. A dos semanas de Viena tal vez no fuera lo ideal, pero corro por placer, y esos kilómetros son de los que más he disfrutado en mi vida. Además, hoy las piernas tampoco se quejan demasiado, sólo fueron tres kilómetros al 100%.
De momento el año marcha sobre ruedas. Medias de Barcelona, Frankfurt y Berlín. En todas ellas disfrutando muchísimo y viéndome mucho más fuerte que hace 6 meses. Veremos si el 13 de abril se confirman las sensaciones.