Este fin de semana he realizado mi cuarto -y último- viaje del año por tierras bávaras. Esta vez he estado únicamente en el Berchtesgaden National Park, dónde tenía dos excursiones pendientes. Hace menos de un mes subí el Zugspitze, que con sus 2.962 metros es el techo de Alemania. La ascensión, en lugar de apaciguar mi apetito montañero, aumentó mis ganas de continuar creciendo tanto en conocimiento de los Alpes como en experiencia.
El Watzmann es, con sus 2.713 metros, la tercera montaña más alta de Alemania. Sin embargo, probablemente sea la más importante situada en suelo germano, gracias a su mítica y complicada pared este (Ostwand), dónde más de 100 montañeros han perdido ya la vida, así como la preciosa estampa que presenta desde el valle.
De momento la Ostwand queda muy lejos de mis capacidades, así que el sábado me conformé con realizar la ruta clásica, que parte desde el puente Wimbachbrücke, situado en la localidad de Ramsau. Se parte a algo más de 600 metros de altitud, por lo que el desnivel es importante. Por ello, la ascensión suele separarse en dos días, haciendo noche en el impresionante refugio Watzmannhaus, que se alza a 1.930 metros sobre el nivel del mar.
Yo por mi parte he realizado la ascensión en un día, un buen entrenamiento de cara a la maratón de Amsterdam de dentro de un mes. Desde el puente hasta el refugio las señales indican 4 horas de subida. Realmente no debería llevar más de tres, ya que son sólo algo más de 7 kilómetros, aunque con bastante desnivel. Desde el refugio hasta la antecumbre Hocheck (2.651 m) se indican otras 3 horas. También en este caso me parece algo exagerado.
Una vez se llega al Hockeck la vista es espectacular. Ante nuestros ojos aparece la verdadera cumbre del Watzmann (Mittelspitze), hasta entonces escondida. A un lado se vislumbran en la lejanía los Alpes Austríacos, mientras que al otro, 2.000 metros más abajo, aparece el Königssee.
La cresta entre ambas cumbres se cruza en algo menos de una hora. Aunque es bastante aérea, la roca es muy segura y no hay ningún paso demasiado expuesto. Las vistas desde la cumbre no varían mucho respecto a las del Hocheck. Sin embargo, me sorprendió el porcentaje tan bajo de gente que siguió hasta la cumbre real, ya que sí fueron muchos los montañeros que se acercaron al macizo el sábado. Ya en la cumbre, bajo nuestros pies se alza la imponente pared este.
Pese a que son 8 las horas totales que están estipuladas para la subida, yo empleé menos de cuatro. Pero como he dicho, me tomé la subida como un entrenamiento de cara a la maratón. El resultado… hoy lunes todavía tengo las piernas algo cargadas del esfuerzo. Eso sí, muy muy satisfecho de haber coronado la cumbre más emblemática de los Alpes Bávaros. El último tramo de la ascensión es una maravilla para los sentidos.
Por la tarde, después de una buena ducha y algo de descanso, me di una paseo por el pueblo de Berchtesgaden, el centro neurálgico de la región. Esta vez no pude disfrutar de la gran estampa del pueblo con el Watzmann al fondo, ya que éste se encontraba parcialmente tapado por las nubes.
Para la mañana siguiente tenía planeada una excursión mucho más relajada. Tomé el primer barco que cruzaba el Königssee, que en estas fechas es a las 8:30. A esas horas todavía había nubes bastante bajas, lo cual le dio un toque diferente al lago.
A 15 minutos andado del extremo sur del lago se encuentra el Obersee. Han pasado 12 años desde que realicé por primera vez este recorrido y la verdad es que me acordaba de más bien poco, lo cual fue bueno, ya que así lo disfruté más todavía. Se trata, sin ninguna duda, de uno de los lagos más bonitos que he visto. Un espejo verde rodeado de montañas.
A la vuelta las nubes se habían elevado por encima del Königssee, así que pude disfrutar del lago con dos estampas muy diferentes. Al pasar junto a la iglesia de St. Bartholomä mis ojos se hallaban fijos en el Watzmann. Unos ojos que hace tres meses quedaron hipnotizados por esta preciosa montaña y que, con suerte y esfuerzo, han podido ver su cumbre de cerca este fin de semana.
El Zugspitze salvó el año a nivel de montaña. El Watzmann lo ha elevado a la categoría de buen año. Sigo creciendo pasito a pasito como montañero. Cada vez me encuentro más cómodo en las alturas y sigo disfrutando muchísimo. Ambos días han sido de lo más grande que he vivido este año. En 2015 espero que caiga ya el primer 4.000.
Durante esta semana espero publicar la entrada sobre mi viaje a la maravillosa Islandia y la parada express realizada a la vuelta en Copenhague.